04 mayo 2015

MENTIRAS SÓNICAS

Mentimos. Lo hacemos continuamente. Desde la mentira más absurda, banal, piadosa e insignificante, hasta la mejor, la más elaborada, la más retorcida. Nuestro cerebro está programado para distorsionar la verdad: bien sea con el fin inocuo de excusarnos ante un pequeño despiste y no quedar mal; bien para no herir a un amigo querido; o bien para ocultar que hemos realizado el timo de la década mientras caminamos tranquilos pisoteando cabezas. Somos unos mentirosos. Eso es así. Aunque también es cierto que el ejercicio del engaño denota siempre un nivel de inteligencia que es directamente proporcional al tamaño, elaboración y complejidad de la mentira. Y en la música, hay gente muy lista.



Nos mienten con elevados grados de elegancia. Está, por ejemplo, el caso del artista autoproclamado perdedor, ese barbudo llorón y lamentoso que revienta las listas de ventas colocándose en el toptén de turno porque ha salido en seis portadas de revistas especializadas; aunque después de esto, seguirá vendiéndonos que en el fondo él será siempre un osito loser. Se da también el caso del triunfador nato, que ahora no está tan de moda, pero que sobrevive contándonos que le ha salido una envidiable gira internacional por Rusia, Sudáfrica o China, y que en realidad se está dejando los duros en unas vacaciones con guitarra para aprender idiomas. Luego está la radio. En vena. A saco. Otra vez esa puta canción. La que a nadie gusta, la que dicen que es ya un superéxito cuando en realidad lo convertirán en ello a base de repetición infinita, la que todos odiamos pero finalmente tarareamos como borregos. Mentira. Y por otro lado nos traicionan los magacines musicales de moda. Estos son muy divertidos. De pronto intentan colarnos a una banda finlandesa que utiliza el kantele (instrumento de cuerda de la zona) con fuzz y cajas de ritmos hechas por ellos mismos, para crear así bases de electrónica delicada sobre las que camina la amable voz de un hombre rubio y con bigote desaliñado. Y resulta que los sacan a doble página como la nueva promesa del indie europeo. Y resulta que nadie jamás vuelve a oír hablar de ellos, ni en los mentideros de los más duchos en la materia.


Hay falsos soldouts en cartelerías, canciones que son mentiras, hay melodías engañosas y manipuladores sónicos bienintencionados. Dicen que el 60% de las personas a las que conocemos nos cuentan 2 ó 3 mentiras en los primeros 10 minutos de conversación. Ha sido un placer saludaros.


1 comentario:

  1. Y lo peor de todo es que hay gente que acaba creyéndose sus propias mentiras, de tanto repetirlas.
    Un saludo, y gracias.

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